No se percibe a simple vista, hay que acercarse con ojo avizor al cuadro y prestar atención a los detalles. Afilando la mirada es que se logra encontrar entre el torrente de colores de la pieza Perro las cicatrices del fuego. El maestro puertorriqueño Julio Rosado del Valle enfrentó con la llegada del nuevo siglo uno de los golpes más duros en su carrera artística, cuando un fuego devoró en el año 2000 el almacén donde guardaba gran parte de su obra artística.
Cerca de 3,000 obras con la firma del artista -fallecido en el 2008- incluida su pieza maestra La multitud, se perdieron entre las llamas y el agua que se utilizó para apagar el siniestro. El Museo de Arte de Ponce ayudó a secar más de 2,500 piezas, pero en aquel momento se informó que nada se había podido recuperar, que todo estaba dañado. Pero no fue así. Luego de más de 14 años de trabajo se lograron restaurar decenas de las piezas de Rosado del Valle, gracias en parte a la labor titánica de un grupo de personas, incluyendo al restaurador René Sandín. Parte de esas obras rescatadas y restauradas se exhibirán como parte de la muestra Auténtico e irreverente: Julio Rosado del Valle, cuya apertura será mañana a las 7:00 p.m., en la Galería Petrus, ubicada en la calle Las Palmas en Miramar. Las obras de esta muestra nunca habían sido exhibidas, por lo que estar frente a ellas es descubrir nuevamente a este artista que se caracterizó, precisamente, por ser auténtico e irreverente, como se titula la muestra.
Marilú Purcell, curadora de la exhibición junto con Teresa Tió, señaló que el propósito de esta presentación es resaltar que el fuego no destruyó el legado del pintor y escultor, y que su obra sigue viva. “Don Julio tuvo una carrera ilustre a nivel mundial en un momento en que la gente no sabía ni donde estaba Puerto Rico. Fue una persona verdaderamente importante en la manera cómo impacto las carreras de la generación posterior porque les abrió un camino increíble, no solo con las oportunidades que le dieron a él, sino también porque se atrevió a no imitar a nadie e irse en su propio rumbo”, señaló Purcell, una amante y conocedora de la obra del pintor.
David Rosado, hijo del artista, destacó que esta muestra tiene un significado especial, ya que enseña las cicatrices de aquel fuego que recuerda con detalles. “Íbamos mi padre y yo de camino al almacén con unas obras que él iba a guardar, y de camino, vemos el humo de lejos y él me dijo: ‘Mira, eso me recuerda cuando en Cataño quemaban la basura’. Y cuando llegamos nos encontramos con la situación del fuego. Eso lo destruyó emocionalmente, al punto que no pudo bregar y yo me hice cargo de la situación. Recuerdo que hasta perdí el trabajo que tenía para dedicarme a rescatar las obras. Fueron ocho días intensos”, rememoró el hijo del artista, a la vez que miraba las piezas con una gran satisfacción. Entre las obras que el público podrá apreciar en Auténtico e irreverente, figura una serie de autorretratos que el artista realizó en Barcelona, donde vivía la mitad de su tiempo, así como otras que hizo en Cataño, su pueblo natal. La diferencia en los colores, la utilización de la luz, la densidad de cada una de las piezas, son un espectáculo que hablan acerca de la dedicación de este pintor puertorriqueño, quien tuvo una carrera prolífica y que continuó pintando hasta el final de su vida. “Era una cosa bárbara. Él se podía levantar a las 5:00 de la mañana y estaba todo el día pintando”, recalcó Purcell. La curadora agregó que aunque esta exposición muestra parte de esa obra rescatada del artista, hay miles de piezas que se perdieron, aunque muchas se pudieron documentar. Resaltó, además, que otro de los propósitos de esta exhibición es comenzar a trazar el camino para crear la Fundación Julio Rosado del Valle, que tendrá como finalidad seguir dando a conocer su obra.
Por Mariela Fullana Acosta